En todas las escuelas de negocios se explican términos como retorno de inversión, balance de cuentas, etc., pero a veces se olvida uno que resulta imprescindible: el sentido común. No se nace sabiendo qué hacer en cada una de las situaciones a las que nos vamos a enfrentar, pero tener sentido común y capacidad de razonamiento nos ayuda a salir adelante con más solvencia, porque cuando los números parecen no acompañar, mantener una mentalidad estratégica y con visión panorámica de lo que nos rodea es imprescindible.
El sentido común me ha salvado en más de una ocasión de cometer errores como emprendedor. Es una habilidad que se tiene desde siempre, pero cuyo desarrollo depende en gran medida de cómo encaramos las diferentes situaciones. Por ello, dedico este artículo a destacar la importancia de esta habilidad innata de los seres humanos que a veces desaparece.
Toma decisiones prácticas
El tiempo es uno de los mayores recursos que disponemos cuando estamos emprendiendo y por desgracia es finito para todos. Si dedicamos una jornada de trabajo a una tarea que no aporta retorno estaremos perdiendo tiempo y recursos. Es por ello que, para poder emprender es necesario tomar siempre decisiones prácticas usando el sentido común y teniendo en cuenta todos los elementos que nos rodean en nuestro día a día.
Piensa por un momento que deseas expandir tu negocio a otro mercado internacional, pero que de base no cuentas con el capital necesario para realizar la internacionalización. Analiza las posibilidades: ¿Buscas inversión privada? ¿Buscas apoyos bancarios? ¿Analizas el mercado al que te quieres dirigir y encuentras un socio que te permita la expansión? Responder sí a esta última pregunta es la opción más sensata cuando estamos en el ecosistema de las startups, encontrar socios que nos ayuden a crecer en otros mercados es la mejor vía de expansión.
Solo tenemos que establecer unas normas del juego que sean óptimas y sensatas para ambas partes, y apostar por ellas. La colaboración va a potenciar la creación de sinergias que nos ayudarán a conseguir nuestro objetivo en un plazo menor.
No peques de ambicioso
Muy ligado a este primer punto está el de pecar de ambicioso, el de querer abarcar más de lo que podemos en realidad. Somos seres con ambición, pero también necesitamos apostar por la moderación. Puedes ampliar el número de establecimientos en los que se vende tu producto, pero nunca hacerlo por encima de las previsiones realistas que debes tener. Pecar de ambicioso es uno de los mayores errores que puede cometer una startup.
A todos nos encantaría que nuestro proyecto alcance grandes niveles de éxito, pero no se debe olvidar que los procesos requieren plazos y los plazos dependen del tiempo. Esto es una carrera de fondo donde lo importante no es llegar a la meta rápido, sino cumplir el objetivo en algún momento de nuestra trayectoria. De nuevo, la falta de sentido común puede hacernos meter la pata. Comerse el mundo está bien, pero mejor hacerlo en pequeñas porciones.
Evita las duplicidades
Uno de los principales fallos que podemos cometer cuando escalamos nuestro negocio y que deriva de perder el control directo de diferentes facetas tiene que ver con las duplicidades. Lo de “perder el control” tiene connotaciones negativas, pero va a suceder sí o sí. A medida que crece nuestro proyecto, tendremos que estar a más frentes y no seremos capaces de controlarlo todo. Es materialmente imposible y hay que saber delegar en nuestros compañeros de viaje.
Cuando esta falta de visión es aguda y perdemos la visión horizontal y vertical de nuestro proyecto, podemos incurrir en duplicidades: tareas que se hacen dos veces, personal que trabaja en lo mismo, colaboradores y empresas externas que se complementan y no lo hacen por mero desconocimiento, etc. Concentrarnos para tener una visión de todo lo que nos rodea nos ayudará a evitar estas duplicidades que pueden hacer daño a nuestro proyecto.
Escucha las opiniones ajenas
Escuchar lo que nos dicen otros profesionales es importante. Dejarse aconsejar lo es todavía más. A veces somos demasiado recelosos de nuestro proyecto y no nos abrimos para escuchar lo que otros tienen que decirnos. A veces perdemos la oportunidad de recibir consejos profesionales que pueden ayudarnos a refinar el rumbo de nuestro negocio. Unos buenos consejos pueden marcar la diferencia a la hora de evolucionar nuestro proyecto.
Debemos tener en cuenta que el sentido común es una de las habilidades que todo emprendedor debe potenciar. Está ahí dentro de nuestro ADN siempre y se mantiene activa si lo deseamos, aunque sea fácil perderla de vista si nos descuidamos. Si todos los emprendedores fuéramos superhéroes, sería nuestro poder especial.
