En medio de estas cuestiones aparece un término colosal para muchos por lo que supone. También es imponente, pero a la par muy necesario. Se trata del ‘break even’ o “punto muerto”, esto es, la capacidad que tenemos de conseguir que los ingresos de nuestro negocio iguales a los gastos, de manera que alcancemos el llamado umbral de rentabilidad.
El ‘break even’ es uno de los objetivos fundamentales a los que debe aspirar toda empresa o proyecto, un requisito indispensable no sólo para garantizar su continuidad, sino también su capacidad de crecer y evolucionar. Es el Santo Grial en términos de desarrollo de negocio cuando estamos comenzando.
Un objetivo a medio plazo
El ‘break even’ debe concebirse como un objetivo a medio plazo. Por norma general, dentro de nuestro plan de empresa vamos a ubicar este punto de evolución del proyecto una vez pasado el primer año del mismo (como muy pronto). Todo va a depender de nuestro modelo de negocio y de otros factores externos como la evolución del mercado al que nos dedicamos.
Como emprendedores, necesitamos fijar una hoja de ruta a modo de camino donde un punto importante de éste, que no el final, sea alcanzar el ‘break even’. Lograr este “punto muerto” económico para el proyecto debe ser uno de los primeros grandes hitos destacados de la empresa cuando estamos comenzando, pero también debe fijarse en un entorno realista.
¿Qué quiere decir entorno realista? Muy sencillo. No se va a alcanzar el ‘break even’ igual en un negocio de comercio electrónico como en otro de medios de comunicación. Factores como la inversión, el coste o el modelo de negocio van a determinar nuestra capacidad para seguir avanzando en esa dirección a mayor o menor velocidad. Es por ello que el plazo que establezcamos para lograrlo debe ser realista, acorde a nuestra proyección y al mercado.
¿Y después qué pasa?
Cuando alcanzamos esta posición empresarial privilegiada, lo primero que solemos hacer es celebrarlo. Es un paso legítimo porque todo el camino para lograrlo ha sido complejo y difícil, pero no debemos echar el freno en ese momento. Ya que tenemos una empresa rentable en su estructura, ahora debemos luchar por mantener esos números y seguir creciendo. Aquí es muy importante el concepto de escalabilidad.
Si los beneficios acompañan a los gastos en nuestro día a día empresarial, es turno de buscar nuevas vías de expansión para crecer profesionalmente. Analiza tu mercado, detecta tendencias que estén funcionando en otros territorios y juega con ellas en tu terreno. La expansión de un proyecto debe realizarse, no obstante, con cabeza. Nunca apuestes más de lo que tienes y controla minuciosamente los gastos. Un movimiento en falso puede devolvernos a una posición poco cómoda en la era pre ‘break even’ con más gastos aún.
Todo cambia, incluso los objetivos
Tanto en el proceso de alcanzar el punto muerto como tras lograrlo, es importante que el emprendedor esté dispuesto a aceptar nuevos retos y a evolucionar. El mercado está en evolución constante, más si nos aproximamos a sectores como el tecnológico o el digital. Hay que estar al tanto de tendencias, de lo que se está realizando en otros mercados, etc. para poder evolucionar nuestro negocio de forma progresiva si es necesario.
También es importante tener el ojo avizor en dos frentes. El primero es el ecosistema en el que habitan nuestros competidores. Es fundamental seguir la pista a la competencia para detectar situaciones de ventaja y desventaja de nuestros productos. El segundo es el ecosistema político-social de nuestro país. Un simple cambio en una ley puede terminar provocando una oleada de alteraciones en nuestro modelo de negocio.
Las prisas no son buenas consejeras
Como en todo, andar con prisas nunca ayuda. En el mundo empresarial las decisiones se deben tomar con cabeza: recoge datos de tus proyectos, analiza lo que ha fallado y cómo se podría mejorar, etc. Es indispensable que desarrolles una capacidad analítica extrema para detectar posibles cambios de rumbo y anticiparte a ellos. También es fundamental contar con capacidad crítica para poder aceptar los fallos cometidos, aprender de ellos y asimilarlos.
La experiencia me dice que los objetivos solo se consiguen con una buena planificación. Correr en la dirección a la que queremos llegar y hacerlo a toda prisa solo va a provocarnos problemas y retrasos en la consecución de nuestros objetivos. Tener en cuenta los elementos económicos a la hora de planificar y una visión amplia de los mismos es indispensable. Y si tu empresa, tiene un excedente de beneficios que quieras aprovechar, no dudes invertirlos en el Depósito Facto para empresas. De esta manera, no tendrás tus rendimientos parados, sino que poco a poco irán generando unos beneficios que te ayudarán a continuar con el éxito de tu proyecto.
