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Optimismo para profesionales realistas: el mejor pensamiento positivo es el comportamiento positivo

30 Abr, 2018 -

El pesimista dice: —Es horrible, no puede ir peor.

Y el optimista le replica: —Sí, sí que puede.

(El Ala Oeste de la Casa Blanca)

Si tuvieras que aplicar coaching en tu empresa, bien para directivos o para empleados, sería importante clarificar los conceptos optimismo y pesimismo en el ámbito de la vida personal y profesional.
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¿Si crees que te irá bien, te irá bien? Soy un declarado crítico del optimismo representado por esta idea. Hasta el tenista @rafaelnadal, tras ganar su octavo Roland Garros, y un tanto abrumado por tanta halago sobre su fuerza mental, declaró: «Gano con mi tenis, no con la mente.»

¿Quién puede resistir los cantos de sirena del optimismo convertido en receta infalible que depende de uno mismo?

Si no te conceden la hipoteca que necesitas, cree con intensidad que algún día ganaras lo suficiente para conseguir tu anhelado piso; si hace mucho tiempo que buscas pareja, no desesperes y levántate cada día imaginando que la encontrarás. La idea por excelencia que representa la corriente del pensamiento positivo y la autoayuda es el conocido “si quieres, puedes”. Tan buenrollista como erróneo e injusto.

¿Si quieres, puedes? Lo realmente probable es que si puedes, tal vez quieras ;)

Hay un dato que me parece revelador: solo el 7% de las personas criadas en hogares con escasez logra una vida holgada. Los hijos de padres con escasa formación académica tienen doble riesgo de caer en la pobreza, según la Encuesta de Condiciones de Vida que realiza la Unión Europea dedica en su informe de 2011.

Resulta curioso que las personas con menos recursos, menos educación y peores condiciones de vida sean las que muestren «menos voluntad» y optimismo para mejorar en la vida. ¿Qué pasa, que no quisieron?

La esperanza no es buena estrategia personal ni profesional

Atribuir a la voluntad individual los éxitos o fracasos de una persona sin considerar las experiencias y situaciones previas, es una práctica que genera expectativas, culpabilidad y frustración.  Aunque vivamos en un país y en un contexto de teórica igualdad de oportunidades, el acceso y aprovechamiento de esas posibilidades depende, en gran parte, de las condiciones de partida.

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Sentirse optimista no es una causa, es una consecuencia

Pensar bien no es la causa sino la consecuencia de nuestros éxitos. Tendemos a ‘enamorarnos de los efectos’ (la sensación de felicidad) más que de las causas (organizar bien nuestra vida).

Escuché a Luis Rojas Marcos, el famoso psiquiatra español que forjó su carrera en Estados Unidos, contar esta anécdota sobre la cultura del exacerbado (y enfermizo) optimismo en ese país. Una paciente le dijo:

—Yo querría ser más optimista

—Pero a usted le veo ya contenta, ¿no?

—Sí, pero quiero serlo más porque he leído que el optimismo ayuda a superar el infarto.

 

Nos obsesionamos con intentar “tener emociones positivas”, como si pudiéramos elegir, más que en preocuparnos por vivir mejor para generar esas emociones. Anhelamos sentirnos bien, que nos quieran, que nos valoren y respeten profesionalmente y tener “éxito” consiguiendo lo que queremos.

Pero desear algo, aunque sea con muchas ganas, suele producir más frustración y ansiedad que resultados. Los momentos felices suelen ser consecuencia de alcanzar objetivos y obtener lo que nos gusta, y de gestionar bien el día a día, el mes a mes, y el año a año, y no de ‘desear algo con fuerza’.

Se puede ser un cenizo de persona y alcanzar numerosos éxitos en la vida, aunque no se aparente ser el profesional más inteligente en las reuniones; al igual que existen profesionales con un “pensamiento positivo” permanente que no consiguen alcanzar los objetivos que se proponen.

Pensar bien, sentir una autoestima alta y mostrar una actitud positiva, no son la causa de nuestros éxitos, la relación es más bien la inversa: cuanto mejor nos va, más seguros y optimistas tendemos a sentirnos. Igual que ‘el dinero llama al dinero’, los primeros logros y avances facilitan los siguientes. Y avanzar generalmente tiene como consecuencia pensar bien y sentirse bien.

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Si pensar en positivo es tan positivo, ¿por qué no nos ponemos todos a pensar en positivo y ya está?

Porque realmente no es tan positivo, es decir, porque no tiene influencia en la vida. ¿Cuántas veces te levantas de mal humor, con emociones y pensamientos negativos y pesimistas, pero tras la ducha, los hábitos del día a día te llevan a hacer lo que debes y empiezas a sentirte mejor?

Pensar o sentir no son generalmente las causas de lo que hacemos sino sus consecuencias o correlatos. Vamos, que si te sientes bien es porque estás viviendo y haciendo aquello que lo genera.

El «pensamiento positivo» vende no porque funcione, sino porque nos trae la idea de que nuestra vida puede mejorar “pensándola”.

En una comida familiar, le dicen al niño:

—Vamos a bendecir la mesa.

Éste responde con naturalidad:

—No hace falta, mi mamá cocina muy bien.

 

Creer o confiar en que la comida estará buena es mucho menos efectivo que aprender a cocinar. Atribuir nuestros logros a lo que creemos podría considerarse una superstición. ¿Hasta qué punto las creencias, expectativas y «buenos pensamientos» tienen influencia en la conducta diaria, en los verdaderos logros y avances?

Opinaba Bertrand Russell, uno de los eminentes filósofos con alma científica, que un optimista es un imbécil simpático y un pesimista es un imbécil antipático, porque ninguno sabe lo que va a pasar. Una cosa es sentirse bien creyendo que las cosas irán bien y otra que eso implique no analizar o prever si verdaderamente las cosas irán bien, lo que impediría afrontarlas con la motivación o preparación.

Adaptando un tuit de @NoSeasHp, podría decirse que esperar que la vida te trate bien porque seas buena persona o pienses en positivo es como esperar que un toro no te ataque porque seas vegetariano.

El si quieres puedes, implica culpabilidad porque si no puedes es que no quieres

La finalidad del optimismo de salón es hacer sentir más confiadas a las personas en un mundo lleno de incertidumbres. Esa ilusión de seguridad y confianza es la que atrae a millones de personas a los libros de autoayuda.

Querer mejorar la vida es un deseo inevitable, pero tener que “ser feliz” a toda costa puede ser una tiranía vital, la tiranía de la actitud positiva que te lleva a sentirte mal por lo que te pasa y también a sentirte culpable por no sentirte bien. Pueden hacernos sentir fracasados por nuestros fracasos y además por no ser capaces de mantener una actitud positiva. Es la “trampa de la felicidad”.

El poder del pensamiento negativo

¿Puede ser positivo pensar ‘en negativo’? “Pesimismo defensivo” es ponerse en lo peor para prepararse mejor. Tal vez ser pesimista y pensar que las cosas pueden ir mal, te haga planificar mejor, ser más previsor y trabajar más duro. Tal vez ser optimista y creer que todo va a ir bien, haga que te confíes, trabajes menos y estés menos preparado para el futuro.

El pesimismo no es una actitud negativa o un compendio de malas vibraciones. El pesimismo bien entendido y aplicado se refiere al buen análisis y a la planificación, no a las emociones negativas. Los estudios muestran que los pesimistas no tienen mal concepto de sí mismos, ni están abocados a la depresión, ni a una peor salud.

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Julie Norem, autora de El Poder del pensamiento negativo (2002) ha definido el «pesimismo defensivo» como ponerse en lo peor y prever cómo las cosas podrían ir mal, una estrategia que ayuda a las personas preocupadas a dominar su ansiedad de modo que ésta se vuelva a favor y no en contra.

Además ser pesimista defensivo puede aumentar la eficacia y suponer una ventaja. 

Anticiparse al fracaso en un examen o en una charla pública puede motivar a estudiar más o a prepararse mejor para así contrarrestar el pronóstico. Las personas pesimistas tienden a ser más responsables y cuando no consiguen la meta propuesta tienden a culparse a sí mismas. Las personas optimistas tienden a echar la culpa de su bajo rendimiento a los demás o a factores externos negando gran parte de su responsabilidad.

Incluso cuando tu objetivo es vender, mostrarte como un optimista realista o como un pesimista defensivo ante tus clientes, hará que te perciben como un profesional más creíble y confiable.

¿Es positivo pensar de vez en cuando que se podría perder el empleo?

Comportarse de “forma pesimista” con un objetivo estratégico es efectivo porque motiva a seguir buscando alternativas profesionales aunque estés trabajando, a planificar y desarrollar competencias profesionales alrededor de objetivos concretos y a mantener un saludable networking.

Me quedo con el pesimismo estratégico, que no tiene nada que ver con sentirse mal ni con ser negativo, sino con prepararse para lo peor y así tener más posibilidades de disfrutar de lo mejor. Ser pesimista es guay :)

Si quieres que tus expectativas no te afecten de forma negativa, gestiona tu vida teniendo aplicando las 6 reglas de los profesionales con haztitud y ten en cuenta esta idea de Roy Atkinson:

«Voy a hacer un pronóstico: puede pasar cualquier cosa.” ;)

¿Perseguir sueños o simplemente vivir?

La nadadora estadounidense de larga distancia Diana Nyad, de 64 años, batió el récord que llevaba persiguiendo desde hace 35 años: ser la primera persona en atravesar a nado desde Cuba  a Florida, 166 kilómetros, sin protección contra tiburones —ninguna persona lo había hecho en una distancia tan grande—, ni traje de neopreno, ni aletas.

La nadadora, en plan gurú, quiso dejar estos dos mensajes inspiradores: siempre hay que perseguir los sueños y nunca eres demasiado mayor para alcanzarlos.

Este tipo de consejos grandilocuentes se ha instalado incluso en la cultura popular creando presión en las personas que ya no pueden “conformarse” con conseguir un empleo sencillo en el que se sientan valiosos, reconocidos y con un salario razonable; con poder acceder a una vivienda digna, ocuparse de su familia, disfrutar de tiempo libre y contar con los recursos y la seguridad suficiente para vivir sin angustia.

Ahora también deben “perseguir sus sueños”, superar grandes retos, cambiar el mundo o convertirse en profesionales con glamour. Pero aceptar que no siempre se puede no es un fracaso, es un signo de madurez que puede abrir otras puertas.

Te arrepentirás mucho más de no haber intentado disfrutar de la vida sencilla que ya tenías que de conseguir un sueño que te obligaste a perseguir.

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Ajusta tus expectativas: sobreestimar el éxito conduce al fracaso; prepararse para el fracaso conduce al éxito

Como mencionamos en la guía rápida de la felicidad para empleados y directivos, la idea de que ser ambicioso conduce a grandes conquistas se contrarresta mediante la idea de que desear demasiado favorece la infelicidad.

El “si quieres, puedes” está muy condicionado por el número de oportunidades disponibles y por el perfil de los competidores. Muchas veces, aunque quieras y te prepares mucho, no podrás conseguir lo que pretendías. Las expectativas optimistas sobre la búsqueda de empleo o sobre la creación de un negocio dependen especialmente de la habilidad de sus protagonistas para gestionar los factores implicados, de igual forma que las buenas expectativas sobre el futuro en una relación de pareja dependen sobre todo de las competencias de ambos para confirmarlas.

Ser optimista o «recibir optimismo” sobre nuestras posibilidades no mejoran por sí solas las cosas e incluso pueden ser perjudiciales por la frustración que puede implicar no conseguir lo que se espera.

Concédete siempre un margen mayor de posible fracaso y busca asesoramiento para ajustar tus expectativas a las condiciones reales

Es mejor ser pesimista en estimar el éxito porque te obliga a prepararte de forma más exhaustiva.

Las personas que fracasaron intentando montar su negocio, cuando analizan el proceso en retrospectiva, tienden a evaluar que sus probabilidades de éxito eran menores que las que valoraron cuando empezaron el proyecto. Somos optimistas al inicio pero realistas al final. Qué remedio.

Tras una mala experiencia personal o profesional, a toro pasado, tendemos a pensar “cómo me embarqué en esa aventura, si estaba claro que no iba a salir bien”. Y, al contrario, cuando alcanzamos un logro, cuando echamos la vista atrás, tendemos a sobrevalorar la seguridad que teníamos de que el proyecto saliera bien, nos venimos arriba.

En los 25 consejos profesionales para mejorar tu empresa o tu carrera, éste podría estar en lo alto de la lista: si quieres mejorar tu situación personal y profesional, no intentes controlar tus emociones o pensar en positivo, mejor concéntrate en organizar tu vida.

*Este artículo se elaboró con fecha 30 abril, 2018, por lo que es posible que alguna información no esté actualizada. Te recomendamos que siempre revises la fecha de publicación del artículo. Consulta aquí las condiciones vigentes del Depósito Facto



Conferenciante del cambio sobre liderazgo, motivación, productividad, equipos y empresa 2.0.Coaching de profesionales y directivos. Premio extraordinario en Psicología y autor de SuperProfesional (Grupo Planeta, 2015).



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