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Invertir dinero: ¿cómo funciona el cerebro en las decisiones de inversión? [Infografía]

2 Nov, 2017 -

En nuestro día a día, los seres humanos tomamos decisiones prácticamente de forma constante. Algunas de estas decisiones son fáciles de afrontar: qué preparar para comer, en qué ocupar el tiempo libre, etc. Otras decisiones son más complejas y demandan mayor tiempo y atención por nuestra parte: elegir dónde ir de vacacionesqué colegio queremos para nuestros hijos o qué productos de inversión queremos contratar. Ante esta vorágine de datos, nuestro cerebro ha desarrollado una serie de atajos mentales que le permiten automatizar ciertas decisiones para poder resolver problemas sencillos de forma y eficaz.Este tipo de mecanismos son positivos a la hora de tomar ciertas decisiones poco transcendentes. Pero si nos dejamos llevar por ellos cuando debemos tomar decisiones más importantes, pueden inducirnos a cometer errores. Sobre este tema, aplicado al mundo de las inversiones, versa un reciente estudio de la CMNV (Comisión Nacional del Mercado de Valores): Mecanismos psicológicos que intervienen en la toma de decisiones de inversión. En este trabajo, se determinan diferentes errores que podemos cometer de forma inconsciente a la hora de tomar nuestras decisiones, definidos como sesgos en nuestra forma de pensar. A continuación, veremos cuáles son los principales sesgos que se recogen en el estudio y cómo podemos identificarlos y evitarlos.

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Sesgos de pensamiento en los que podemos caer en nuestras decisiones de inversión

El estudio de la Comisión Nacional del Mercado de Valores se basa, a su vez, en los trabajos previos en materia de toma de decisiones de los psicólogos Daniel Kahneman (Premio en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel) y Amos Tversky, quienes señalan fundamentalmente 9 sesgos cognitivos que pueden influir negativamente en la toma de nuestras decisiones de inversión, al no dejarnos apreciar los riesgos desde un punto de vista objetivo. Veamos cuáles son estos sesgos, así como una serie de consejos para evitarlos.

1. Exceso de confianza

Este sesgo cognitivo nos lleva sobrevalorar nuestros conocimientos, de manera que damos por buenos nuestros pensamientos sin someterlos a un análisis crítico y exhaustivo. Esto puede llevarnos a subestimar la posibilidad de que nuestra inversión no vaya todo lo bien que esperamos.

¿Qué hacer?

Debemos aprender a medir nuestros conocimientos de manera objetiva, saber diferenciar entre lo que sabemos y lo que creemos saber. Es muy importante conocernos como inversores y saber ponderar si el riesgo que ofrece una determinada inversión es compatible con nuestra situación financiera y a nuestro nivel de tolerancia a las posibles pérdidas económicas.

2. Ilusión de control

Nos da la falsa percepción de que tenemos la capacidad de influir sobre situaciones que son objetivamente ajenas a nosotros. Esta percepción puede llevarnos a asumir niveles de riesgo superiores a los adecuados a nuestro perfil inversoral creer que podemos controlar las fluctuaciones naturales de los mercados.

¿Qué hacer?

Evitar realizar un exceso de operaciones simultáneas con el objetivo de “dominar” el mercado. Debemos entender que las inversiones especulativas siempre llevan asociadas altos niveles de riesgo.

 

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3. Sesgo de confirmación

Consiste en dar prioridad a nuestras ideas y posturas preconcebidas a la hora de recibir informaciones. De esta forma, aplicamos un filtro selectivo a la información que nos llega, poniendo en valor únicamente aquella que confirma nuestros pensamientos previos.

¿Qué hacer?

Aprender a contrastar la información de manera objetiva, someterla a un análisis serio y metodológico. También es muy positivo solicitar asesoramiento profesional para tener un segundo punto de vista que nos aporte mayor objetividad a la hora de tomar nuestras decisiones.

4. Sesgo de anclaje

Este sesgo hace que demos mayor relevancia la información que nos ha llegado primero. Quitando importancia a los datos que nos llegan posteriormente. Lo que nos lleva a crearnos una imagen mental distorsionada de cualquier situación. Un ejemplo típico es el de dejarnos llevar por una promesa de rentabilidad de cierto producto y que a partir de ese momento no seamos objetivos para analizar el resto de características de ese producto: riesgo, comisiones, plazos. Y que a lo mejor hacen que no sea el más adecuado para nosotros.

¿Qué hacer?

Intentar adquirir una postura crítica y autoinculcarnos el hábito de analizar toda información de forma razonable. Estudiar de forma pormenorizada la información oficial que nos ofrezca la entidad emisora del producto que pretendemos contratar.

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5. Sesgo de autoridad

El sesgo de autoridad se basa en juzgar una información o un producto financiero como positivo valorando únicamente la autoridad de la persona o entidad que lo recomienda. Pueden ser personajes públicos de prestigio, pero también familiares, amigos y otras personas cercanas de la que nos fiamos sin someter lo que dicen a un análisis crítico previo.

¿Qué hacer?

Debemos aprender a valorar y tener en cuenta nuestras propias necesidades de inversión, así como los objetivos de nuestra estrategia. Es posible que el producto que nos ofrecen sea muy positivo para otro tipo de inversores, pero que no se ajuste adecuadamente a lo que nosotros demandamos. Por ello, a la hora de tomar decisiones de inversión, es importante tener siempre activado el sentido crítico.

6. Efecto halo

El efecto halo hace que valoremos un producto, o a una persona que nos da una información para la inversión, en función de una única característica positiva que eclipsa el resto de sus características. Un ejemplo claro sería valorar cierto valor en función de los resultados de la empresa que comercializa ese valor, o tomar como referencia datos de rentabilidades pasadas.

¿Qué hacer?

Hay que intentar mantener un criterio analítico objetivo y no tomar la parte por el todo. En el momento de elegir un producto financiero, debemos valorar de forma conjunta todos los factores que entran en juego, tanto los positivos como los negativos (que suelen ser más complicados de ver), para poder tomar una decisión fundada en el conocimiento.

 

luz destello habitacion oscura7. Sesgo de prueba social

Consiste en dejarse llevar por lo que hacen otras personas, dando por hecho que éstas, tienen un conocimiento mayor sobre inversión y que sus decisiones son correctas.

¿Qué hacer?

Debemos invertir solo si estamos seguros de que sabemos lo que estamos haciendo. No es nada útil dejarse llevar por modas o tendencias a la hora de tomar decisiones de ahorro e inversión.

La responsabilidad final de cualquier inversión que acometamos va a ser únicamente nuestra, algo que es bueno recordar antes de tomar cualquier decisión. En caso de necesitar asesoramiento, siempre podemos contar con el consejo de un profesional independiente.

8. Sesgo del descuento hiperbólico

Este sesgo nos hace darle mayor valor a recompensas inmediatas, por encima de recompensas mayores, pero más lejanas en el tiempo. Se basa en el gran atractivo de la inmediatez, que puede hacer que desestimemos opciones mucho más rentables por el hecho de presentar un horizonte temporal más distante.

¿Qué hacer?

Establecer adecuadamente los horizontes temporales de nuestra cartera de inversión en función de nuestros objetivos y necesidades financieras. Lo ideal, además sería saber combinar productos financieros que funcionen a corto, medio y largo plazo, para poder afrontar necesidades económicas con diferentes temporalidades.

 

9. Sesgo de aversión a las pérdidas

Este sesgo hace que nos fijemos más en la posibilidad de tener pérdidas que en la de obtener ganancias, aunque el valor absoluto potencial sea el mismo en ambos casos. Este tipo de distorsión cognitiva puede llevarnos a retirarnos de una inversión a largo plazo demasiado pronto, o a no contemplar, ni siquiera, la posibilidad de realizar inversiones en el largo plazo.

¿Qué hacer?

Formarse adecuadamente acerca del comportamiento de los mercados financieros para poder valorar de forma adecuada los movimientos que en ellos se produzcan. Además, es importante saber establecer una relación coherente entre los plazos en los que queremos lograr nuestros objetivos de inversión y los períodos de los productos que contratemos.

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Como vemos, a veces nuestro cerebro puede presentar ciertos obstáculos que nos impidan tomar la mejor decisión posible en el terreno del ahorro y las inversiones. Sin embargo, conociendo los mecanismos y la forma en la que estos se disparan, podemos tomar medidas para mantener criterios de racionalidad al tomar nuestras decisiones. Algo que nos ayudará además, a conocernos un poco mejor como ahorradores.

*Este artículo se elaboró con fecha 2 noviembre, 2017, por lo que es posible que alguna información no esté actualizada. Te recomendamos que siempre revises la fecha de publicación del artículo. Consulta aquí las condiciones vigentes del Depósito Facto



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