La felicidad como objeto de deseo, más bien inconcreto y falto de definición, puede conllevar tantas satisfacciones como insatisfacciones, también en nuestra vida laboral. A continuación, ofrecemos algunas recomendaciones sobre cómo hallar bienestar en fuentes más fiables y no dejarse llevar por lo que este concepto parece prometer.
Felicidad en el trabajo, ¿causa o consecuencia?
“El pájaro no canta porque es feliz, sino que es feliz porque canta”.
Afirmaciones como “los empleados felices rinden más” presuponen que la felicidad es causa del comportamiento y determina la calidad y cumplimiento de nuestras obligaciones. Esto implicaría que las condiciones de trabajo que encuentra el empleado o las características de la tarea no tienen nada que ver: toda la responsabilidad es del trabajador y de su estado de ánimo.
Para contrarrestar esta percepción, los expertos en investigación destacan las múltiples debilidades que adolecen los intentos por establecer la felicidad como causa de buenos resultados y cumplimiento. En su lugar, estos dependerían del contexto en el que cada persona se encuentra en cada momento, así como su experiencia previa, sin ser necesaria la presencia de un estado de ánimo concreto. Ejemplo de ello sería el impacto positivo que la justicia organizativa tiene sobre el rendimiento de los empleados (Qiu, Qualls, Bohlmann & Rupp, 2009).
Por su parte, en una serie de experimentos que buscaban conocer por qué la gente da tanta importancia al optimismo y si este lo merece, los participantes opinaban que el optimismo mejora los resultados de una ejecución si el comportamiento tenía un impacto considerable en los resultados. En realidad, el optimismo se relacionó con una mayor persistencia, pero no mejoró la ejecución tanto como los participantes anticiparon que lo haría (Tenney, Logg, & Moore, 2015).
En cuestión de felicidad, no te dejes llevar
A mí no me importaría ser feliz… si no temiera acabar pareciéndome a los que aseguran que ya son felices @GregorioLuri
La felicidad como antídotodel malestar, el aburrimiento, la soledad, la incertidumbre o la enfermedad
La felicidad se ofrece como un producto de todo o nada: o eres feliz o no eres feliz. Por ello, su presencia se asocia a la de beneficios de gran alcance, y su ausencia a todo lo contrario. Esto niega cualquier habilidad de las personas para manejar dificultades,también en el contexto laboral, y su capacidad para vivir bien independientemente de su estado de ánimo.
Por su parte, la práctica de la felicidad (detección y modificación de pensamientos, puesta a prueba de interpretaciones negativas) tampoco está al alcance de todos. Es el caso de los mensajes positivos, efectivos en la gente que menos los necesita: las personas con alta autoestima. Sí pueden tener un efecto beneficioso cuando entran dentro de lo que el receptor considera plausible para uno mismo y no metas percibidas como imposibles (Jordan, 2009).
Tampoco las intervenciones habitualmente empleadasen Psicología Positiva (“tres cosas buenas de la vida”, “uso de las fortalezas características de un modo distinto” y “visita de gratitud”) provocan cambios en el afecto a lo largo del tiempo (Woodworth, O´Brien-Malone, Diamond & Shüz, 2016).
¿Qué esperar de la felicidad?
La idealización de la felicidad (su duración, causas, deseabilidad…) está influida por cómo la perciben las personas a nuestro alrededor, no porque estén en lo cierto, sino porque se ha aprendido como tal, como parte de su cultura y su generación. Fuera de esos contextos posiblemente no sólo no funcionaría, sino que tampoco se entendería, como muestran algunos trabajos transculturales (Christopher y Hickinbottom, 2008, en Cabanas y Sánchez, 2012).
Felicidad y valores
Lo que te hace feliz en un momento dado, es lo que te hace feliz en ese momento.
Cuando piensas en ser feliz, ¿te lo imaginas como una situación duradera, sin ningún tipo de coste?
En la mayoría de las ocasiones, cuando nos sentimos bien no entramos a analizar cuánto durará, qué ha provocado ese bienestar o el esfuerzo que ha conllevado llegar hasta él. “Estoy bien, para qué pensar tanto”. No obstante, si lo observas con detenimiento, esa situaciónno deja de ser un estado temporal, ligado a nuestra forma de actuar, la situación o las personas que han intervenido, habiendo dejado de lado otras opciones.
Aprécialo como tal e intenta recordar los detalles que te han proporcionado ese bienestar. Si tus preferencias y valores se mantienen en el futuro, podrías volver a sentirte bien gracias a ello. Si cambian, también cambiará aquello que te hace sentir bien.
La felicidad laboral como reto
Motivación no es tener ánimo, motivación es tener motivos.
Dado que la felicidad por sí misma no es causa ni condición para una buena ejecución y cumplimiento de las tareas, el directivo debe centrar sus esfuerzos en motivar ambos comportamientos en sus empleados.
Reto de la motivación. “Para qué hacerlo”
La felicidad consiste en poder unir el principio con el fin. Pitágoras
La ejecución y el cumplimiento no dejan de ser un continuo que va de menor a mayor, donde las personas nos situamos dependiendo de la tarea, el contexto y el momento. El directivo debe tener a su disposición el mayor número de razones o motivadores posible para que sus empleados se aproximen al extremo “excelente”, de forma que tengan suficientes motivos para dar lo mejor de sí mismos.
Entre las motivaciones que el directivo puede utilizar con sus empleados está el reconocimiento verbal en público y la cesión de privilegios relacionados con el puesto de trabajo, siempre asociados al nivel de cumplimiento establecido (López Mena, 1989).
Igualmente, los empleados también pueden aprender y mejorar la gestión de su propia motivación y planificar para sí mismos privilegios o actividades agradables asociados a cumplir determinadas tareas.
Tu zona de confort no es un lugar, son tus motivaciones actuales. Cambia la forma en que vives y cambiará tu zona de confort (tus motivaciones actuales).
Felicidad y contexto de trabajo
La gente no se va de las empresas, se va de los jefes. Hay que preguntar al trabajador cómo está de satisfecho @MAPdeZabalza
«En Adecco, por ejemplo, nos dimos cuenta de que había muchos convencidos de que no se les valoraba». ¿Cómo lo subsanaron? «Con iniciativas de reconocimiento corporativo: cada semana un jefe elogia la labor de un empleado en la Intranet -herramienta de comunicación interna-, hay un plan de reconocimiento de la primera línea de la empresa -el presidente llama personalmente a trabajadores que están destacando- y nos aseguramos de que cada manager potencie este aspecto».
Felicidad y comportamiento “positivo”
Desde la Psicología de calidad se proponen una serie de hábitos cuya práctica hará más probable que se generen situaciones agradables o felices para nosotros:
- Acumular y utilizar respuestas exitosas, de forma que nuestras decisiones nos lleven a disfrutar de aquello que deseamos para nosotros, ya sea reconocimiento, buenos resultados, compañía, salud, etc. en el largo plazo.
- Apreciar las pequeñas cosas. Si este tipo de estímulos (eventos o situaciones sencillas) son los que me generan placer, tendré el día, la semana y la vida llena de ellos.
- Alabar nuestro propio desempeño, nuestra forma de hacer las cosas, siempre que nos lleven a resultados beneficiosos. Valorar lo que hacemos y cómo somos.
- Premiarnos por nuestros logros y avances de forma ajustada (a pequeños logros, pequeñas recompensas, a grandes logros, mayores recompensas) y adecuada (sin perjudicar los demás aspectos de nuestra vida).
- Recordarnos a nosotros mismos qué hacer en determinadas situaciones, cómo actuar para conseguir aquello que nos hace sentir bien a largo plazo, minimizando los perjuicios. Una forma de hacerlo es imaginando y poniendo en valor aquello que vamos a conseguir.
Infelicidad e inconformismo
Hay un viejo chiste sobre dos ancianas que están en un hotel. Una dice ¡qué mala es la comida! y la otra contesta sí, ¡y las raciones son tan pequeñas! Woody Allen
Otra de las implicaciones de la felicidad mal entendida es la que nos lleva a no conformarnos nunca: si quieres, puedes. Nada sería suficiente, ni suficientemente bueno para nosotros, que todo lo merecemos.
Pensar que privilegios y bienestar deben estar a nuestra disposición independientemente de lo que hacemos y decimos, las habilidades que entrenamos o los resultados que ofrecemos en el contexto laboral, producirá una continua insatisfacción, que puede dar lugar a quejas y mal ambiente.
Por este motivo es esencial que el directivo deje claro, en todo momento, qué resultados y comportamientos espera de sus empleados, y al mismo tiempo qué pueden esperar estos de la organización por ajustarse a sus demandas. Las expectativas claras harán menos probable la insatisfacción por ambas partes.
La infelicidad es no saber lo que queremos y matarnos para conseguirlo.
