La inmensa mayoría de los trabajadores son asalariados, por lo que la opción más común entre la población implica dejar de trabajar por cuenta ajena para montar un negocio y trabajar por cuenta propia. No obstante, también hay casos de empresarios que se plantean el cambio inverso: convertirse en asalariados.
Entonces, ¿es mejor ser asalariado o empresario? No hay una respuesta única a esta pregunta, ya que es una decisión que depende de muchos factores. En el post de hoy vamos a ver 5 condicionantes (dinero, libertad, seguridad, estrés y especialización) que seguramente nos van a ayudar a tomar una determinación sobre las ventajas e inconvenientes de estas dos formas de trabajo.
1. El dinero: ¿quién gana más?
En la mayoría de los casos, las personas trabajamos a cambio de una contraprestación económica. Por esta razón, es normal que nos preguntemos cuál es la opción más lucrativa entre un empleo asalariado y una empresa propia.
No se puede afirmar con total rotundidad que un empresario siempre gana más, pero sí que es la opción que tiene un mayor potencial económico. Por lo general, un empresario exitoso ganará más que un empleado exitoso, aunque hay excepciones (por ejemplo los directivos de grandes empresas). El empresario exitoso puede cosechar los beneficios del crecimiento de su negocio y de las economías de escala, mientras el asalariado está limitado por la ley de la oferta y la demanda en el mercado laboral.
2. La libertad: ¿quién es más independiente?
Una de las quejas más habituales que existe entre los empleados tiene que ver con su relación con sus jefes directos y la jerarquía. En efecto, un puesto de trabajo implica una definición del cargo (con tareas determinadas), unos horarios establecidos y el control de un superior. Todos esos elementos, que se justifican desde el punto de vista organizativo, a menudo se perciben como una limitación a la libertad.
Pero, ¿es realmente más libre el empresario? En teoría sí, porque puede tomar cualquier decisión sobre su negocio, siempre que se ajuste al derecho y a la realidad económica. En la práctica, hay que relativizar mucho esa visión de libertad, porque el empresario adquiere compromisos con sus empleados, sus clientes o sus proveedores que limitan su capacidad de acción.
3. La seguridad: ¿quién corre más riesgos?
En este apartado, parece que la mayor seguridad está de lado del asalariado. Aunque también se enfrenta a riesgos (despido o impago), el trabajador por cuenta ajena tiene claro que sus ingresos llegarán cada mes y por una cantidad establecida de antemano (aunque parte sea variable).
En cambio, el empresario se enfrenta a una mayor incertidumbre. Al inicio de su actividad el empresario tiene que invertir una cantidad económica significativa que tendrá que amortizar en los meses siguientes sin la seguridad de que el negocio acabe alcanzando la rentabilidad. Más adelante, incluso cuando la empresa esté consolidada, los beneficios se pueden ver mermados rápidamente por muchos motivos, como la irrupción de nuevos modelos de negocio en el mercado o cambios en las normativas.
4. El estrés: ¿quién tiene más calidad de vida?
Este factor es probablemente el más subjetivo de todos, en parte porque el estrés no solo se debe a factores externos, sino también a la forma que tienen las personas de enfrentarse a situaciones conflictivas.
Es delicado comparar, pero tomando como referencia el grado de implicación emocional de la persona con su trabajo, tendemos a pensar que un asalariado sufre menos estrés que un empresario.
Un negocio propio suele significar una preocupación casi permanente por su buen desarrollo. El hecho de que otras personas (empleados, proveedores, etc.) dependan del adecuado funcionamiento del negocio también puede contribuir a generar un mayor estrés.
*Por supuesto, hay muchos trabajos asalariados muy estresantes y muchos de ellos más estresantes que el trabajo de un empresario, pero estamos procurando dar una visión general.
5. La especialización: ¿quién es el más especializado?
En una sociedad cada vez más compleja como lo es la sociedad moderna, los puestos de trabajo tienden a especializarse mucho. Como el conocimiento ha ido creciendo, hace falta dividir las tareas en áreas de trabajo en la que se destaque su especialización. Profesiones como médicos o abogados son buenos ejemplos de esa tendencia. Por esta razón existen abogados especializados en temas laborales, fiscales…
Pero la especialización no es posible para un empresario. Si el empresario quiere tomar las decisiones acertadas para su negocio tiene que tener conocimientos en distintas áreas. Por supuesto lo más importante es el conocimiento del negocio en sí (la propuesta de valor de la empresa), pero es imprescindible que sepa un poco de todo: desde las finanzas hasta las ventas, pasando por los recursos humanos o la legislación.
Como no se puede ser experto en todo, el empresario se apoya en especialistas para gestionar los sectores de actividad que conoce menos, pero al final tiene un conocimiento más general y toca temáticas variadas.
¿Empresario o asalariado?
Como habéis leído, las valoraciones anteriores tenían cierto grado de subjetividad y por ello la decisión final también lo tendrá, dependiendo de los objetivos de quién la tome.
Para decidir entre ser empresario o trabajar por cuenta ajena, es recomendable valorar estos cinco criterios y forjarse una opinión propia. No hay ni buena ni mala respuesta a la pregunta, incluso la forma de contestar a estas cuestiones puede llegar a cambiar a medida que pasa el tiempo. Simplemente tienes que valorar ambas opciones y decantarte por aquella en la que tu perfil profesional se sienta más identificado.
