Uno de los principales errores básicos que se cometen cuando comienzas a emprender guarda relación con la gestión de las finanzas de tu proyecto. En un primer momento todo se mueve en un entorno controlado donde es fácil “llevar las cuentas”, pero a medida que el proyecto se escala, cada vez es más difícil tener un ojo en cada uno de los movimientos financieros que se producen. Y esta expansión puede llevar a cometer un error: perder el control de las cuentas.
1. Acepta que no eres omnipresente
El primer paso para no cometer este error es aceptar que no somos omnipresentes. No eres un Terminator del emprendimiento que puede viajar en el tiempo y en el espacio para estar al tanto de todos los movimientos que se producen en tu empresa. Necesitas estar rodeado de profesionales de confianza que te acompañen en todo momento durante el viaje.
En el caso de las finanzas, tus aliados deben ser expertos en la materia numérica, verdaderos malabaristas del sector en el que te mueves y creedores de la idea. Como emprendedor, cuando un proyecto crece, debes saber delegar tareas para cubrir labores necesarias para el proyecto personalmente (viajar en busca de inversores, por poner un ejemplo claro y directo). Necesitas delegar.
2. Confiar en los demás no es desconocer
Contar con un equipo en el que confías plenamente para la gestión de la empresa y de sus finanzas no es sinónimo de desconocimiento. Como fundador del proyecto, debes estar al tanto de todo lo que sucede en el frente económico, tener idea de lo que pasa. Que tú no seas quien ejecute las facturas y haga las transferencias no te libra de saber cuál es el cauce que sigue tu economía empresarial.
Es sencillo: delega, sí, pero no pierdas el control absoluto; confía en los que te acompañan en el viaje, sí, pero no olvides cuáles son tus responsabilidades. Conozco casos de emprendedores que por exceso de confianza con su equipo y falta de control se han enfrentado a problemas tanto financieros como fiscales. No saber que existe un problema no te libra de la culpa.
3. Tú defines la dirección del proyecto
Trabajar en un proyecto en el que has comenzado desde su nacimiento es algo tremendamente bello. Lo ves pasar por diferentes etapas: de pequeño a grande, sufres la adolescencia y la rebeldía, lo estabilizas y superas crisis. Todo este conocimiento que consigues en el tiempo se puede ir al garete si no tomas las decisiones apropiadas en lo que respecta a las finanzas.
La dirección que tomes y las decisiones que sigas van a armar poco a poco la identidad del proyecto y su futuro, así que necesitas mantener siempre la mente puesta en la escalabilidad del mismo. Contar con la perspectiva financiera del proyecto es necesario para tomar decisiones que definan hacia dónde puede virar: expansión, posible venta de acciones, etc.
4. No pierdas de vista el marco económico
Perder de vista el frente financiero de tu país te dejará fuera “de onda” y no tendrás el criterio oportuno para decidir. Es como si quieres producir una serie de televisión ahora y te quedas estancado en ‘Friends’ de los noventa. Tu obligación es conocer siempre la evolución de las cosas, más cuando el impacto real que pueden tener sobre tu empresa es extremo.
El marco fiscal, por poner un ejemplo, puede cambiar con relativa facilidad, más en los tiempos actuales de crisis cuando hemos visto giros en los impuestos sobre actividades. No tener en cuenta esos elementos y, lo que es peor, estar desactualizado, puede poner en riesgo el proyecto. Es cierto que tu equipo será el que controle los detalles del día a día, pero tú tienes que saber lo que sucede.
5. Abandona la ceguera propia
En ocasiones, uno de los problemas más frecuentes a los que se enfrentan los emprendedores es a la ceguera propia. Cuando quieres demasiado a tu proyecto, no eres capaz de ver más allá y esto entorpece tu capacidad crítica. Cubrir un error financiero y dejarlo pasar por exceso de amor propio es un gravísimo fallo.
Es por ello que, para evitarlo, necesitamos constantemente de opiniones de terceros que nos mantengan los pies en los números reales y la cabeza en las consecuencias que pueden tener las malas decisiones. Si un momento de ceguera te hace perder el control de tus finanzas, el resultado no será nada agradable.
Si a pesar de todo estas en un punto en el que ya no puedes seguir estos consejos porque es demasiado tarde, toca pasar a la acción y tomar decisiones que eviten problemas. Dicen que de los errores se aprende y qué cierto es. Utiliza los momentos de debilidad para anotarlos y que no se vuelva a repetir situaciones conflictivas.
Para ello es indispensable tener en nuestras manos un sistema de gestión financiera eficiente. En este sentido, mi experiencia con Cuenta Facto sigue siendo favorable porque cumple con un requisito clave: gestiones sencillas en poco tiempo, y el tiempo es el recurso indispensable para prepararnos y evitar problemas, sobre todo en el ámbito económico.