Hace pocos años, la palabra “emprendedor” se relacionaba directamente con profesionales que tomaban la iniciativa en su territorio y fundaron PYMES en sus localidades usando la cercanía como punto clave en su estrategia de comunicación, marketing y publicidad. La red social era precisamente esta cercanía, el ir a comprar a la tienda de nuestro tendero de confianza, del de toda la vida.
Pero los tiempos cambian y el concepto de emprendedor ha evolucionado por numerosos derroteros: hemos pasado del panadero local al emprendedor digital que apuesta por un negocio cien por cien virtual. ¿Existen muchas diferencias entre el negocio tradicional y el “nuevo” negocio digital? Por supuesto que sí, pero también tienen en común más aspectos de los que pensamos.
El señor panadero de nuestro barrio que montó su tienda hace tres décadas tuvo que aprender no pocas cosas, y en su mayoría las hizo a base de ensayo y error. No pasó por masters, MBA’s y otras formaciones académicas tan de moda en la actualidad; aprendió qué es ser autónomo, lo que cuesta y lo que supone, cómo se debe gestionar un inventario, etc. Poco a poco y en ocasiones aprendiendo de los errores.
El emprendedor digital en su entorno también es dependiente de su propia formación. Es cierto que vivimos en una era de mayores oportunidades formativas, pero al igual que en el pasado, la autoformación no es una opción, es una obligación constante que debemos acometer casi día a día. Siempre es buen momento para captar conocimientos que nos beneficien en nuestra actividad profesional por varias razones.
No todo sale de lo académico
En España contamos con grandes universidades y profesores excelentes en la mayoría de los casos, pero lo cierto es que la universidad sigue asentándose demasiado en el marco teórico en mi opinión. La teoría es necesaria, pero a veces se aleja demasiado del marco realista laboral en el que los alumnos se deben mover una vez pasado el periodo de estudio. De ahí que la autoformación sea todavía más necesaria.
La cultura de la universidad que se sigue potenciando en la actualidad se centra en lo teórico y tiende a olvidarse de lo práctico, lo que provoca un problema cuando los alumnos abandonan las aulas y se lanzan al mercado laboral. Aquí es cuando se produce el verdadero entrenamiento sobre la marcha, la prueba de fuego que se debe superar y en la que la autoformación resulta imprescindible.
Autoformarse es evolucionar
Decantarse por la autoformación es saber evolucionar y adaptarse a las nuevas tendencias del mercado. El universo digital está en constante evolución: las tendencias llegan, se asientan y son sustituidas por otras nuevas en cuestión de meses. Lo que está de moda hoy puede dejar de estarlo en pocas semanas. Somos seres acostumbrados a sorprendernos con lo nuevo y a curiosos por naturaleza.
Esto hace que la autoformación sea una vía más para evolucionar como emprendedores y nos obliga a estar siempre atentos a lo que sucede no solo en nuestro mercado más cercano, sino también en otros sectores y hasta en el extranjero. Las tendencias vienen de muchas direcciones, no tienen por qué aplicarse a nuestro modelo, pero es necesario que las tengamos en cuenta.
Nos fortalece como emprendedores
Emprender puede ser un camino muy solitario, aunque estemos rodeados de grandes compañeros de viaje. Tomamos decisiones que, en gran medida, dependen de nosotros mismos, y con ello corremos el riesgo de meter la pata o de triunfar. La experiencia me dice que para conseguir lo segundo es necesario pasar por lo primero. Varias veces, además. Apostar por la autoformación es un camino para fortalecernos.
Saber hacia dónde está virando nuestro modelo de negocio, que un competidor está aplicando cambios en su ecosistema de trabajo y valorar cómo podrían encajar, si es que lo hacen, en nuestro entorno, es indispensable para avanzar. Sin autoformación no vamos a resolver estas dudas. Decía que somos curiosos por naturaleza y debemos entender la curiosidad como una virtud más del emprendedor.
Siempre mejor en compañía
Erróneamente pensamos que la autoformación es una actividad solitaria. Error. Cuando nos formamos nosotros mismos, lo hacemos rodeados de lo que nos acompaña y de quién nos acompaña. Decidimos qué aprender y cómo emprender en base a lo que nos rodea: elegimos un modelo de negocio y tomamos decisiones a partir de los consejos que nos dan expertos, amigos, aliados, socios, etc.
Debemos formarnos siempre en compañía y para ello es necesario tener, como mínimo, dos habilidades. La primera es saber aceptar consejos; la segunda es tener capacidad de autocrítica. Aceptar comentarios ajenos para mejorar nuestro día a día profesional es indispensable. Si perdemos la capacidad de autocrítica reducimos nuestra capacidad de autoformación. Es clave saber reconocer errores para mejorar.
La autoformación se aplica en todos los campos que nos rodea, pero uno de los más visibles es el financiero, quizás porque es el que mejor entra por los ojos a la vista del emprendedor. Es por ello que siempre es necesario buscar un aliado óptimo para controlar estos aspectos numéricos y en mi caso Cuenta Facto es un gran aliado, pues me permite tener acceso a mis finanzas de forma rápida, sencilla y sin sobresaltos sin restar tiempo a potenciar mi faceta formativa.
