Nueva Zelanda despliega paisajes para enamorarse del país (y sobre todo de su naturaleza) en cada una de sus islas. Las dos islas principales de este archipiélago se pueden recorrer en un viaje recomendado de unos 20 días como mínimo para disfrutar de esta zona a un ritmo moderado (a modo de roadtrip).
En este post desplegamos gran parte de la belleza que podemos encontrar en la Isla Sur, la más extensa y a su vez más despojada de las dos (con una población total de un millón de habitantes). Es la isla que tiene los paisajes más imponentes en dimensiones y majestuosos por sus altas montañas, fiordos y lagos (porque en belleza hay que decir que ambas islas compiten mano a mano).
Estos son tan sólo cinco de los tantos sitios que ver en la Isla Sur, pero entre los imprescindibles destacamos:
1. Milford Sound
A Milford Sound se llega mayormente en excursión contratada. Y es que la actividad principal es navegar por el fiordo para quedar rodeado de un paisaje que parece salido de una película de ficción como Avatar: enormes montañas con paredes abruptas, cientos de cascadas (de muchos de metros de altura) que caen directamente al mar, vegetación exuberante, y por supuesto mucha lluvia para alimentar esas cascadas. Es de hecho uno de los puntos más lluviosos de las islas, por lo que esperar una jornada completa de sol sería una ilusión que probablemente se desvanezca.No obstante, independientemente del clima que haya es difícil que alguien salga indiferente de esta visita.
Milford Sound también es llamado Piopiotahi en maorí (después de todo es la cultura originaria de las islas). Es el paisaje más famoso y buscado por los turistas, precisamente porque es de los más impresionantes: un panorama de belleza natural difícil de encontrar con esas formas y dimensiones en otra parte del planeta.
2. Kaikoura
Kaikoura es una ciudad sobre la costa este de la Isla Sur (región de Canterbury). Es un paraíso del turismo de naturaleza, no solo por la belleza de su ubicación en la península de Kaikoura (y con el marco de montañas nevadas la mayor parte del año), sino también por ser un destino de turismo ecológico y de observación de fauna. Allí habitan sobre todo cachalotes, aves marinas de diversas especies y lobos marinos.
Kaikoura es un pequeño pueblo, el atractivo de esta zona está en el entorno natural, especialmente en la costa y junto al mar. No hay que alejarse demasiado de las casas para encontrar lobos marinos tendidos entre la arena y las rocas, todo tipo de aves (es uno de los mejores lugares del mundo para observarlas), o si estamos en la temporada correcta, contratar excursiones mar adentro para observar ballenas.
Las montañas que hacen de marco del pueblo tierra adentro son los alpes del Sur, y en esta zona de la Isla Sur las ramificaciones montañosas se acercan al mar brindando postales de gran belleza. También hay numerosos senderos para recorrer en las zonas de montaña.
3. Parque Nacional Abel Tasman
Imaginemos al explorador y comerciante holandés Abel Tasman llegando a este paraíso en el año 1642: lo que pudo encontrar fue uno de los paisajes costeros más fascinantes de Nueva Zelanda. Y afortunadamente está casi igual que entonces ya que es un parque nacional y una zona protegida. Con sus senderos y zonas de acampada es la oportunidad de vivir el ecosistema de Nueva Zelanda más característico (selva húmeda) en una zona de montañas no muy elevadas. El plato fuerte es su costa accidentada llena de calas y playas apartadas a cual más bonita (y siempre en estado virgen). Este parque es uno de los más famosos del país y se visita usualmente desde la ciudad de Nelson. Se pueden hacer tramos de sendero en el día, o incluso durante varios días para los más aventureros. Y es que precisamente, la forma de disfrutar de Abel Tasman National Park es recorriendo sus senderos: es la oportunidad de ir bordeando la costa conectando playas y calas escondidas.
4. Queenstown
Esta ciudad de montaña en la región de Otago está situada en una entrada de tierra sobre el lago Wakatipu. Es un área de bosques y montañas que podría equiparse al paisaje alpino (de hecho el cordón montañoso de esta isla fue bautizado como Alpes del Sur). Este cordón es el principal accidente geográfico que atraviesa toda la isla de Norte a Sur, y es en Queenstown donde despliega una de las mejores colecciones de postales de naturaleza en todas direcciones. Además en invierno es un centro de actividades en la nieve y todo el año un paraíso del turismo aventura (de hecho se promociona como la capital mundial de la aventura).
Pero si lo nuestro no es elevar la adrenalina al extremo, simplemente es un paraíso natural con vistas preciosas y por tanto, toda el área es recomendada para explorar por sus paisajes. En el distrito hay además numerosos lagos, por lo que es especialmente recomendable alquilar un coche para explorar la zona con libertad. Para completar el atractivo, la ciudad es uno de los centros culinarios más renombrados del país.
5. Lago Tekapo
En el interior de la Isla Sur hay paisajes como los del entorno de Queenstown: montañas, lagos y bosques. Algo más apartado en cuanto a poblaciones cercanas está el lago Tekapo (junto al Pukaki y el Lago Ohau) con sus aguas de un asombroso tono turquesa, producto de la sedimentación propia de aguas de deshielos y glaciares. Aunque conocerlo sea solo de pasada (no hay mucha oferta de alojamiento en la zona), si vamos por la isla Sur es uno de los imperdibles.
Está a 700 metros sobre el nivel del mar y también es una zona para hacer senderos y caminatas. Una de las postales de este lago es la Iglesia del Buen Pastor, que está en una de sus orillas (del año 1935). Por su estilo tan pintoresco es una de las iglesias más famosas de Nueva Zelanda. Pero sobre todo, lo que quedará impregnado en nuestra retina (y grabado en nuestras imágenes) será el color turquesa del agua.
