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Perseverancia. Inténtalo lo suficiente
A veces, simplemente es cuestión de insistir
Miguel ya tiene experiencia en un par de grandes consultoras gestionando cuentas de clientes. Con gran habilidad para las relaciones personales, inglés fluido y buena presencia, es una persona que se sentía muy segura de sí misma, hasta que perdió su último empleo.
Ha acudido a mi servicio de asesoramiento profesional porque en los últimos dos meses participó en 6 entrevistas de selección de personal y no superó ninguna. No es frecuente no aprovechar tantas oportunidades laborales en tan poco tiempo pero, en principio, no se percibe ningún problema que deba subsanarse.
Miguel parece estar haciendo “lo que tiene que hacer” y simplemente parece que hay que seguir intentándolo:
—Pero entonces, ¿por qué no me seleccionan? Seguro que estoy haciendo algo mal.
Insistir es la receta universal
No siempre que las cosas no salgan como queremos significa que lo estemos haciendo mal. Eso sí, un problema sobrevenido es la ansiedad, confusión y desánimo que generan las decepciones, porque aprender del fracaso es muy difícil.
Para intentar disminuir esa ansiedad con la que Miguel podría acudir a las siguientes pruebas de selección, pero también para evitar añadir más ruido e inseguridad a la situación, como medidas de intervención solo nos centramos en “retocar” un poco su currículum, que de por sí ya era adecuado, y hacer alguna simulación de entrevista de selección.
El azar hizo que en la siguiente oportunidad le seleccionaran. A veces simplemente se trata de insistir, no de sobreanalizar la situación ni de cambiar de caballo en medio del río, especialmente cuando no se sabe cómo o qué mejorar.
—¿Crees que ha sido por los cambios que hicimos en el currículum o por los roleplaying de entrevistas de trabajo?, me preguntó.
—Miguel, tú ya estabas preparado, lo único que hice fue ayudarte a que siguieras intentándolo. Felicidades.
Perseverancia gana a inteligencia
Parafraseando a Bertolt Brecht, podría decirse que hay personas que son buenas porque luchan un día y hay personas muy buenas porque son capaces de luchar muchos años, pero las personas que luchan toda la vida son las “imprescindibles”.
El psicólogo Lewis Terman concluyó en un estudio clásico de 1921 en la Universidad de Stanford que el éxito en la vida tenía que ver más con definir objetivos y perseverar en su consecución que con la propia inteligencia de las personas.
En síntesis, que se puede llegar muy lejos sin necesidad de ser muy listo, lo que me dio una gran esperanza cuando lo supe ;)
Si conoces la meditación sabes que se fundamenta en el seguimiento de la respiración, lo que implica mucha práctica. En el proceso es más que probable que surjan distracciones ya sea en forma de pensamientos, de molestias físicas o incomodidad, de ansiedad, etc.
Los especialistas en meditación suelen recomendar que el modo de tratar con estos obstáculos durante los primeros meses de práctica es hacerse consciente y volver al objeto de la práctica una y otra vez, y tal vez adornen este consejo completándolo con alguna frase zen del estilo “con paciencia y armonía hacia nosotros mismos”.
Pero en resumen, hasta los meditadores profesionales recomiendan una medida universal que tiene aplicación en cualquier ámbito de la vida: seguir insistiendo.
El secreto del éxito es ser como un pato: tranquilo en la superficie pero pedaleando como un loco por debajo
Esta idea tan gráfica del actor Michael Caine describe que si bien no a todos los profesionales que trabajan mucho les va muy bien, a aquellos a quienes les va bien es porque suelen trabajar mucho.
Paco de Lucía ofrecía la clave para que cualquiera pudiera ser el mejor guitarrista del mundo: estar dispuesto a pasarse los siguientes 30 años practicando 10 horas diarias los 7 días de la semana.
¿Cuántas personas van a seguir su consejo? Dirás que tú no quieres ser un genio de la música y que por tanto no será necesario una dedicación tan entregada.
De hecho, algunos profesionales tal vez no hubieran tomado la decisión de “trabajar tanto” si hubiesen tenido una segunda oportunidad.
Un admirador halagó a Andrés Segovia:
—Maestro, daría mi vida por tocar como usted.
El guitarrista le contestó:
—Ése es el precio que pagué.
Si supiéramos qué tendríamos que hacer para obtener la vida profesional que queremos, la mayoría no nos esforzaríamos por alcanzarla
Este rechazo no suele significar que no pudiéramos llegar a hacer grandes esfuerzos por conseguir una meta, sino más bien que no es tan fácil que algo nos motive tanto.
Se suelen atribuir las grandes carreras a decisiones épicas y arriesgadas que se tomaron en el pasado o a visiones sobre el futuro que solo pueden tener los grandes hombres y mujeres. Pero la realidad suele ser mucho más prosaica y nuestra vida profesional no es tanto resultado de decisiones grandilocuentes como de las múltiples contingencias que nos sucedieron, como el entorno familiar en que crecemos, la educación que recibimos y la red social que vamos generando.
¿Cuál es el precio que estamos dispuestos a pagar para conseguir lo que queremos?
La pregunta tiene muchos matices porque lo que queremos, lo que nos motiva en un momento dado, varía en función de las experiencias que vivimos y de los resultados que obtenemos.
La vocación también se construye y una actividad profesional por la que no sentimos especial interés inicial puede llegar a apasionarnos a medida en que nos convertimos en profesionales eficaces orgullosos de nuestro trabajo y obtenemos reconocimiento por ello.
La motivación puede impulsar la perseverancia, pero la perseverancia también puede crear una gran motivación.
